Por Alicia Serrano.
Bajo el lema “Urbanismos de luz. Nuevos paisajes urbanos”, ha iniciado su recorrido el Umbra Light Festival, un evento de carácter cultural y tecnológico que celebró su primera edición entre los días 21 y 23 de febrero en la ciudad de Vitoria-Gasteiz.
El concepto no puede resultar más interesante: pensar en la iluminación como elemento para reinterpretar lo cotidiano. Permitir a la población que redescubra sus espacios comunes e interactúe con el entorno urbano desde nuevas perspectivas. Y todo gracias al poder transformador de la luz.
A lo largo de las tres noches en las que se desarrolló el festival, los ciudadanos de Vitoria-Gasteiz realizaron una suerte de peregrinación a través de las 18 obras que formaban parte de esta primera edición. Dieciocho propuestas, nacionales e internacionales, que reflexionaron y experimentaron con el diálogo entre la luz, el arte, el patrimonio y la experiencia polisensorial.
Desde el principio, los organizadores del festival (Joaquín Pérez-Goicoechea, Rafael Gallego y Carlos Torrijos), tuvieron claro que Umbra Light F. debía plantearse como un laboratorio de ideas e innovación. Un encuentro experimental en el que la luz sirviera como vehículo para promover la regeneración urbana y el descubrimiento de nuevos modos de interacción con la ciudad.
En este sentido, el patrimonio histórico fue uno de los protagonistas de este evento pues, algunas de las propuestas eran piezas site-specific que dialogaban con varios de los hitos patrimoniales de Vitoria-Gasteiz. “Las monedas de Caronte”, fue un buen ejemplo de ello. Esta pieza, creada por Juan Gómez-Cornejo, transformaba la cripta de la Catedral de Santa María en el escenario de un viaje hacia el Hades. Una reflexión inmersiva y de gran carga poética en la que el uso del espacio, la maestría en la iluminación y una espectacular banda sonora, permitían que el visitante fluyese a través de sus ritmos y atmósferas. Una auténtica reflexión experiencial en torno a la propia condición humana.
Otro magnífico ejemplo, y uno de los más alabados por el público del festival, fue “Wall Pattern Phenomena”, la intervención urbana creada por Ezequiel Nobili en la que, a través del juego lumínico con el patrón geométrico generado por el lienzo calado de la muralla vitoriana, el espectador podía sumergirse en el fluir constante de los colores que conforman la región visible del espectro electromagnético. Una experiencia multisensorial en la que luz, color, forma y sonido guiaban al espectador hacia otros modos de ver un rincón de la ciudad que, ya de por sí, tiene una importante carga simbólica.
Muy interesantes, también, fueron las propuestas en las que se rendía homenaje a las muestras de arte urbano que visten cotidianamente los muros de la ciudad. Y lo hacían dando vida a varios de los ejemplos del Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz, conjugando diferentes proyecciones con la iconografía preexistente. Consiguieron, de ese modo, encandilar, durante tres noches, a los visitantes del festival, quienes las observaban, fascinados, como si de pantallas de cine se tratasen.
Una muestra de ello sería la pieza creada por Joan Rodón sobre el mural “Al hilo del tiempo”, en la que el artista reflexionaba sobre la lucha entre la permanencia de la memoria y el paso del tiempo a través de imágenes en movimiento de gran elegancia y carga poética.
Otro ejemplo cargado de frescura y sentido del humor, fue la pieza “Alea Jacta Est”, concebida por el tándem creado por Emilio Valenzuela y Jordi Bonet. En ella, se apropiaban del mural “El Triunfo de Vitoria”, convirtiéndolo en una atractiva secuencia propia de los más clásicos videojuegos surgidos a finales de los años ochenta: una divertida delicia.
También el mapping ha tenido cabida en este festival. En este terreno, una de las piezas más destacadas fue “Eclipse”, una intervención efímera creada por los estudios dLux & Oído. Se trata de una obra audiovisual en la que, durante el lapso temporal que suele abarcar un eclipse, se desarrollaban diferentes proyecciones de luz y color que, acompañadas por un penetrante sonido, permitieron dar vida a la fachada del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.
Por otro lado, el patrimonio natural de la ciudad también jugó un papel protagonista gracias a la propuesta “Berdeko Konstelazioa”, desarrollada sobre la vegetación de los Jardines de la Catedral de María Inmaculada. Esta obra, que conjuga el Land Art con el Arte Luminíco, es un buen ejemplo del genio creativo de Javier Riera quien, gracias a la interrelación entre la geometría, el dibujo, la naturaleza, el espacio y la luz consiguió transformar varios rincones de estos jardines, creando espacios oníricos que, tras unos instantes de observación, llegaban a resultar hipnóticos.
Y, muy cerca de esos jardines, en el Parque de la Florida, Playmodes presentó un espectáculo audiovisual en el que, cada 20 minutos, el Quiosco de Música se transformaba en una gran caja de música y luz. Era, entonces, cuando todo empezaba a girar alrededor de esta pieza, titulada “Zootrop”; pues, en ella, tres músicos deleitaban al público interpretando varios estándares de jazz mientras juegos de luz y color les rodeaban, dialogando con sus notas y cautivando al público a cada instante.
Mención aparte merece otro tipo de propuestas: aquellas basadas en la creación y el uso de objetos lumínicos que son, en sí mismos, piezas artísticas y, a su vez, eficaces herramientas de transformación sensorial del espacio.
Dentro de este grupo, una de las piezas que mejor acogida tuvo entre el público fue “Renace”, obra creada por Carlos Torrijos para Studio&Light en la que el espacio claustral del Centro Cultural Montehermoso se convirtió, durante tres días, en el continente de un objeto lumínico que, atrapaba al espectador gracias al juego entre la forma geométrica de sus neones, la luz, el color y, por supuesto, la música. La fusión de todos estos elementos, conectaba sensitivamente a la obra con el público que, dejándose llevar por esta experiencia sensorial, rodeaba a la pieza extasiado.
Por otro lado, la interacción entre la ciudadanía y las diversas propuestas seleccionadas tiene su mejor ejemplo en “Stratum”, una pieza interactiva en la que era el propio público quien, a través de sus movimientos, modificaba y transformaba los estratos lumínicos que se generaban en la pieza. Gestos y movimientos que creaban territorios de luz desarrollados a través de los diferentes estratos visuales presentes en la pieza. Ésta era una de las propuestas de carácter internacional presentadas en este festival. Diseñada por Studio Chevalvert & Mirage Festival, fue presentada con gran éxito en La Fête des Lumières 2017 (Lyon, Francia): éxito que, sin duda, volvió a repetirse en el Umbra Light Festival.
Uno de los grandes objetivos de este festival ha sido el de dinamizar el Casco Medieval y el Ensanche vitoriano sorprendiendo a la población con diferentes propuestas para acercarla a las múltiples posibilidades y capacidades del Light Art. Y, como hemos podido comprobar en el recorrido parcial realizado a través de algunas de las piezas presentadas en esta primera edición, cada propuesta permitía al público experimentar de modos diversos el poder transformador de la luz en el espacio urbano.
Quizás ésta haya sido una de las claves que convirtieron a este festival en todo un éxito: durante tres noches, la ciudad salió a la calle y se volcó en el disfrute de un evento internacional que le permitía interactuar, desde otras miradas, con sus espacios comunes.
En resumen, conjugando propuestas de calidad y un recorrido urbano accesible e interesante, podemos decir que esta primera edición del Umbra Light Festival ha obtenido una gran acogida de público. Por tanto, creo que no me equivoco al anunciar que tenemos buenas noticias: todo apunta a que Umbra Light Festival ha venido para quedarse.
La Asociación de Autores de Iluminación se siente orgullosa de haber podido participar como colaborador en este fantástico proyecto.