“Un ambiente adecuado para contar una historia. Lo demás son focos y artilugios”. Juan Gómez-Cornejo Sánchez.
Tuvimos el privilegio de asistir al ensayo de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, puesta en escena por Helena Pimenta al frente de la C.N.T.C., el pasado 18 de Marzo de 2014 en el Teatro Pavón. Una vez más se iniciaba un “Encuentro de la luz” organizado por AAI. Esta vez había algo especial y se palpaba en la atmósfera creada entre los asistentes. En esta ocasión, se trataba del compañero y presidente de la asociación Juan Gómez-Cornejo, quien nos iba a presentar y hablar de su trabajo.
Juan es un artista sobradamente conocido por su ingente labor en el teatro: además de iluminador, director técnico en la desaparecida Sala Olimpia (antigua sede del Centro Cultural La Corrala, C.N.N.T.E. y posteriormente CDN) y después en el Teatro Central de Sevilla durante los prolegómenos y realización de la Expo 92. Posteriormente centró su labor como diseñador de iluminación. Ha colaborado con los directores y escenógrafos más prestigiosos, así como en los grandes centros de producción, públicos y privados. Ha obtenido tres premios Max, otros tres de la ADE, premio Ceres de Teatro, Medalla a las Bellas Artes Gregorio Prieto y en 2012 el Premio Nacional de Teatro, siendo la primera persona dedicada al diseño de iluminación que lo obtiene. Dedica su arte fundamentalmente al campo del Teatro, Ópera, Danza, Música y Zarzuela.
Emocionados por la maravilla de su creación de luz para la obra de Calderón, deseábamos asistir a las explicaciones que nos iba a ofrecer. Y esto aconteció en el mejor lugar posible: al pie del escenario, enfrentados a la inquietante y hermosa escenografía de Alejandro Andújar. En aquel espacio nos recogimos, escuchamos la palabra del maestro y vimos las muchas imágenes con que ilustró su charla. No sólo iluminadores, sino también buena cantidad de estudiantes de escenografía invitados por el profesor Cayetano Astiaso, compañero de AAI, así como otras personas allegadas a este mundo de la luz y del teatro estaban presentes.
En este espléndido ambiente, Gómez-Cornejo nos hizo una sencilla presentación y en breve dio paso al diseño que centraba su exposición. Nos habló largamente de la escenografía, de sus complejidades, las dificultades que ofrecía a la iluminación, de cómo tuvo que “negociar” detalles con el escenógrafo Alejandro Andújar. Una caja cerrada: espacio limpio, contundente, cerrado sí, pero con aberturas que juegan sin detenerse durante el transcurso de la representación. Detalles arquitectónicos potentes en las paredes, de recuerdos barrocos y manieristas, texturas frías, de madera vieja y húmeda, llenas de oquedades de todos los tamaños: monumentales huecos, pequeñas portezuelas, incluso llegar a calarse por rendijas sólo entrevistas. Todos estos huecos eran atravesados por la luz. El iluminador necesitaba aun algunas entradas más, en un teatro tan “de texto” deben verse bien las caras: se abrieron espacios, éstos invisibles al espectador, entre vigas y bóvedas para poder “tirar luz” desde ellos.
El gran reto era cumplir una dramaturgia muy compleja en un solo espacio físico. Un eje central –escotilla, lucernario- como “Axis mundi” que une el averno de la cueva con el cielo del palacio, el mundo de las sombras y el mundo de la luz, un hueco al fondo desde el que “entran” o tras el que se producen los grandes acontecimientos, los huecos de la izquierda nos llevan al exterior, los de la derecha al interior palaciego y todo se reúne en el espacio que ve el espectador. Gómez-Cornejo trabajó casi exclusivamente con temperaturas de color: luces “blancas” frías o cálidas conseguidas sus diferencias a través de los filtros correctores, o de las distintas fuentes de luz: tungsteno (con sus correctores), HMI, y ligeros toques de fluorescencia. A destacar las dos poderosas luminarias (fresnel con lámpara HMI que ofrecían la luz plenisolar), los VL 3500 lanzándonos en picado desde el lucernario el chorro de luz fría que llenaba el tubo de gasa, el empleo magistral de focos PAR 64 dándonos efecto muy frío gracias al corrector L200 puestos en abanico en puntas de vara en boca escena, dimensionando al actor a la vez que era seguido por el cañón frontal, esos mismos PAR también con L200 dispuestos a ambos lados en rasante hacia los batientes del fondo, la utilización de la bajada de temperatura de color del tungsteno al bajar la intensidad, en focos PAR sin filtrar en la escotilla, los pequeños PAR 16 para obtener sombras muy nítidas, el contraste de la corrección cálida o fría según proveniencia interior o exterior. Los importantísimos juegos de sombras: proyectadas por la escenografía o producidas sobre el techo desde el lucernario… y tantas cosas de las que quisiera seguir dando cuenta y de las que dio preciosas y amenas explicaciones el maestro. Nos mostró otros trabajos suyos, como el reciente sobre “La verdad sospechosa” de Alarcón, en una estética totalmente diferente, espacio en pico, paredes lisas en continua transformación mediante huecos y colores puros.
Hablamos y compartimos. Al final tras la entrega del recuerdo de AAI al ponente, hubo un momento emotivo cuando él y Cayetano Astiaso (Tano) recordaron su encuentro en la Sala Olimpia 35 años atrás y la organización del curso “La magia de la luz”.
Y la magia presidió este 5º Encuentro de la Luz.
Video completo del encuentro, grabado y editado por los alumnos del CIFP Jose Luis Garci (socio colaborador de AAI)